El nuevo contrato social, la base del futuro de la evolución sociopolítica.

El contrato social, escrito por Rousseau casi tres décadas antes de que el pueblo de París se rebelara en contra del poder instituido que imperaba en el corazón de Europa, fue una obra sobre filosofía política donde se analizaban las relaciones y servidumbres del binomio Estado – Pueblo, en función del concepto de soberanía, y donde se argumentaba la necesidad de basar en una realidad contractual, los limites y el alcance de la cesión de soberanía del pueblo hacia el Estado, así como la responsabilidad de los diferentes actores en el desarrollo de la propia acción de gobierno.
El «contrato social» factor clave de éxito en la evolución social
Al «contrato social» de Rousseau se le atribuyó ser uno de los factores clave que provocaron la Revoluciones Americana y Francesa, por su vinculación en su origen con las ideas pseudo ilustradas de Hobbes y Locke, basadas en la necesidad de regular de manera contractual la cesión de soberanía del pueblo a los estamentos de poder formalmente instituidos. Otros pensadores teorizan, que esta obra también pudo ser el germen del concepto del Estado de Derecho y del advenimiento de los posteriores estados constitucionales. Los mas osados se atreven a manifestar que su esencia también fluye por el ADN socialista, en base al desarrollo del concepto de «voluntad general».
La soberanía emana del pueblo y se cede con condiciones y garantías
Lo que sí es una realidad tangible es que el «contrato social» como concepto, sirvió para apuntalar el desarrollo de los derechos civiles y políticos de una sociedad que ya no podía confiar, en que su presente y su futuro estuviera
exclusivamente en manos de individuos perpetuados en el poder por razones de sangre y linaje, y conectados directamente con la propia divinidad de la que emanaba ese poder instituido. La cesión de soberanía se debía generar con criterios y parámetros regulados, donde se especificaran expresamente los limites y las servidumbres correspondientes, y todo ello plasmado en realidades contractuales que vinculasen a las partes.
En la actualidad, las sociedades que han evolucionado hacia sistemas democráticos avanzados están experimentando la desafección política de sus ciudadanos provocada por el continuo malestar que genera que los actores políticos tengan un doble lenguaje y discurso, 1) el necesario para acceder al poder, y 2) el realmente aplicado a la hora de desarrollar la acción de gobierno.
Al igual que los ciudadanos del siglo XVIII perdieron la confianza depositada en los monarcas absolutistas, fruto de la inoperancia del acuerdo que durante siglos funciono y estabilizo la sociedad, y que se sustanciaba expresamente en la cesión de soberanía al monarca a cambio de protección frente al caos y la barbarie, los ciudadanos de la sociedades actuales necesitan blindarse de la incoherencia de sus representantes políticos en base a los compromisos adquiridos con la masa social para ganarse su confianza, y aquellos compromisos que luego realmente se ponen en practica cuando acceden de manera efectiva al desarrollo de la acción de gobierno.
El «nuevo contrato social» como herramienta de reingenieria de procesos en política
Por todo ello, es necesario reinventar en el contexto actual, el concepto de «contrato social», adaptándolo a las nuevas exigencias y circunstancias actuales. Afortunadamente, en las sociedades modernas ya tenemos realidades contractuales como son los textos constitucionales, que regulan las reglas del juego sociopolítico de una sociedad y que incluso de oficio plantean formulas de adaptación y adecuación de los citados textos para que perduren en el tiempo, al ser estas herramientas todavía muy validas y en muchos casos tener un margen de recorrido amplio desde la perspectiva de la organización colectiva.
No obstante, si bien la configuración del armazón de nuestro Sistema Político, así como el desarrollo teórico de los derechos políticos y civiles están asegurados con un texto constitucional, para asegurarnos el desarrollo efectivo en la acción de gobierno, de los compromisos que nuestros representantes han adquirido con nosotros a través de los «programas electorales», necesitamos profundizar en el concepto de «contrato social» articulando realidades contractuales entre los ciudadanos y el Estado, que obligue a los diferentes representantes a matizar y modular los diferentes «programas electorales» para que sean coherentes con la posibilidad de realizarlos de manera efectiva, y posteriormente que se lleven a cabo de manera practica en el desarrollo de la acción de gobierno.

Lógicamente, existen muchas incógnitas e imponderables que tendremos que resolver, ya que la tarea es ardua y para nada sencilla. Pero al igual que aquellos filósofos, políticos y politólogos del Siglo de las Luces, dieron con la clave para conseguir ese grado de evolución colectiva que nos permite en estos momentos disfrutar de sociedades democráticas que mejoraron mucho la vida del conjunto de la masa social; en estos momentos necesitamos evolucionar y dar soluciones teórico / practicas encaminadas a dar un pasito más en nuestra evolución sociopolitica colectiva.

El cambio como motor del progreso y la evolución social
Todo ello, pasa por cambiar en nuestro hardcore político la «palabra» por el «compromiso», y en base a este cambio generar realidades contractuales que nos devuelvan la confianza del conjunto de los ciudadanos y sistemas estables para los próximos 300 años.
Cada uno da lo que recibe
Jorge Drexler. Cantautor.
Y luego recibe lo que da
Nada es más simple
No hay otra norma
Nada se pierde
Todo se transforma
Canción: Todo se transforma
1 respuesta
[…] primando la continuidad o el advenimiento de una organización política, en función del desarrollo de programas electorales de carácter contractual, así como del grado de consecución de los objetivos y metas […]