Enfoques empírico y normativo de la teoría politica
Dentro de las ciencias sociales contemporáneas, hay una pugna intensa dentro de los procesos de investigación de la Ciencia Política, entre los enfoques empírico y normativo. Esta situación que en su concepción constructivista podría generar sinergias positivas, provoca en la realidad un exceso de focalización y protagonismo de los métodos de trabajo, en relación con los objetivos reales de la propia disciplina.
Esta especialización mal entendida, ha dado como resultado la dicotomía y el fraccionamiento entre el binomio hechos/valores, elemento básico en la construcción y posterior mantenimiento y evolución de las formas de organización política de las sociedades. La ascensión en la segunda mitad del siglo XX de la corriente positivista[1] posibilito el afianzamiento del enfoque empírico dentro del análisis de las soluciones políticas encaminadas a solventar los puntos ciegos de las grandes corrientes mayoritarias, marxismo y capitalismo, que en esos momentos ya se empezaban a atisbar con una gran claridad. Aunque algunos pensadores y teóricos siguieron desarrollando sus investigaciones complementando ambos enfoques, fundamentalmente la escuela de Frankfurt[2], se produjo una polarización conceptual en relación al método, que genero departamentos estancos donde, al final, se terminó haciendo bandera de una parte del binomio como estigma de identidad y en el caso de la investigación empírica como garantía de la solvencia de sus planteamientos[3].
La complejidad actual de las sociedades contemporáneas y el incremento exponencial de las interacciones entre sus miembros, ha determinado la necesidad de incorporar aspectos filosófico-normativos que maticen los planteamientos exclusivamente empíricos, que en muchos casos han resultado contrarios al espíritu y concepción original de los mismos, al no disponer en muchas ocasiones, de directrices, metas y objetivos claros en su dimensión social y colectiva y sobre todo de mecanismos de regulación que estructuren e implementen valores y actitudes dentro de la propia organización social.
Es evidente y necesario la complementariedad de los dos enfoques, ya que de cada output generado en el desarrollo de una investigación empírica, provoca la respuesta, desde un punto de vista normativo, de aquellas cuestiones que facilitan el ajuste y evolución necesarios en el desarrollo de los planteamientos teóricos de las diferentes corrientes de pensamiento, en relación a sus correspondientes idearios de organización social[4] y que a la postre determinan la efectividad e integración de los sistemas políticos con la realidad social y provocan la cercanía o lejanía real de la acción de gobierno con el ciudadano.
En cualquier caso, las diferencias más significativas que a mi criterio resumen la identidad del enfoque empírico y normativo en el desarrollo investigador de la teoría política son las siguientes:
- La desintegración del binomio hechos/valores que genera una marginación de los juicios de valor en relación a los juicios de hecho y que a su vez provoca una polarización de los mismos como señas de identidad dentro de los enfoques, cuando realmente deberían de ser herramientas complementarias al servicio del investigador. Esta polarización se traduce en la asunción de los aspectos empíricos como base fundamental del desarrollo de la Ciencia Política, relegando a los aspectos normativos a un plano residual que genera exclusivamente opiniones y juicios de valor subjetivos, lo que dificulta el desarrollo de teorías políticas universales identificadas con la globalidad de la realidad social[5], provocando el aislamiento de los conflictos y problemas políticos de las democracias contemporáneas.
- La dificultad de una visión global de los enfoques, para aportar respuestas universales en el desarrollo de sus investigaciones, que nos permitan verificar dentro del análisis político de un hecho presente, la incidencia y efectos dentro de conceptos como la estabilidad del sistema, la asimetría del poder político, la desigualdad y sobre todo en la gestión de conflictos multiculturales y/o étnicos.
- El antagonismo de la definición de los objetivos de la investigación política y la utilización de lenguajes y objetos diferenciados, que, para el caso del enfoque empírico se traduce en la explicación causal seguida de la predicción y el posterior control, todo ello embutido en un lenguaje donde prima la formulación matemática rigurosa y el razonamiento lógico deductivo, encaminados a la fabricación de estándares sociales y económicos. En cambio, en el enfoque normativo – interpretativo, el fin último es la comprensión del propósito, del significado y su incidencia en el conflicto y en el cambio social, auxiliado por un lenguaje donde se priman los diseños emergentes y la comprensión intuitiva de los acontecimientos y de los desarrollos histórico – jurídicos.